A partir de marzo del presente año en Lado V de TEORética se ha generado un proyecto que pretende modificar las formas de relacionarse con el arte y el pensamiento. Ya no dentro de una plataforma expositiva, sino desde una plataforma donde el error proclive a la experimentación.
Estamos hablando de una estructura no académica que fomenta una manera didáctica en la producción de productos visuales entendidos culturalmente como arte. Artistas como Diana Barquero, Adrian Flores, Mariela Richmond y Marton Robinson han empezado a trabajar en sus proyectos en esta plataforma.
En aproximadamente un mes, hemos visto como sus formas de hacer y proyectar ideas empezaron a tomar forma, ya sea en la producción de material editorial, en la relación espacial del cuerpo con los objetos, en las formas de recrear paisajes catastróficos, hasta el vínculo de documentos y objetos de connotaciones sobre la idea de raza, cultura negra y sus aspectos sociopolíticos.
En una de las salas encontramos diversos objetos que provienen de distintas partes, muchos de ellos son nuestros desechos que comúnmente están en la calle. Compulsivamente, estos están ordenados y categorizados de una manera obsesiva. En la mayoría ni siquiera está presente su forma original, debido a las chorreas que se van haciendo en el proceso para copiar su forma.
Esta manera de construir una metodología negando la misma metodología provoca, en el mismo proceso, entrar y salir de sus propias variables. Negar resultados parece ser el propósito de muchas intervenciones a objetos y elementos gráficos. Sin embargo ver este tipo de “cosas” me provoca pensar en esos pequeños detalles que pasan desapercibidos, es como si se tratara de devolver la mirada a aquello que perdió su forma, darle imagen a algo que se ha vuelto un vacío.
Eso es una percepción personal de muchos de los procedimientos de Adrián, sin embargo, también se podría interpretar que ese vacío no solo es una relación metafórica que encuentro al ver los objetos. Es visible la negatividad de él mismo por el objeto de arte; ante esta postura existe una iniciativa de producción editorial de textos sobre arte y reflexiones personales, promoviendo un accionar que anula el egoísmo que muchas veces tenemos en los procesos creativos.
En el caso de Mariela podemos ver preocupaciones por el espacio habitacional y su relación con el cuerpo. La necesidad del ser humano por construir espacios como refugio para vivir. Se observan proyecciones gráficas, cuasi arquitectónicas, como si se tratase de mapas mentales, memorias capturadas o estructuras mecánicas de un espacio funcional de la misma manera que un submarino.
Por otro lado, vemos como las gráficas no son suficientes y existe la necesidad de explorar espacialmente otros espacios como el baño de Lado V, intentando imaginar otras maneras de uso.
Las formas de producción e investigación, en el caso Diana y Marton, proponen maneras distintas de sistematización.
En el caso de Diana a partir de las nociones del desborde y sus implicaciones sociales y ambientales, vemos como acontecimientos catastróficos son un referente para la exploración y experimentación de materiales, montajes y recursos visuales. La referencia al paisaje es una constante, no desde una manera convencional, sino que busca alternativas para generar experiencias sensoperceptivas en una cantidad de fotografías y videos. Pareciera que lo que busca es recrear sensaciones ante acontecimientos devastadores de la naturaleza y el ser humano.
Me gustaría concluir con el espacio de Marton. En este vemos una cantidad de imágenes dibujadas en una pared negra y un sin número de objetos que, lejos de ser fetiches, son extensiones de los discursos que maneja Marton. Hay un sentido irónico en muchos de estos objetos e imágenes, debido a que son el resultado de la acumulacion y búsqueda de archivos, que muestran estereotipos hacia la imagen del negro y sus representaciones culturales. El personaje de Memín es el más visible del gran número de archivos que posee.
Si tomamos uno de estos objetos y lo colocamos en otro de los espacios de los residentes, creo que no sería lo mismo. La manera en que Marton se apropia de una imagen o un objeto hace que por sí mismo se cargue de contenido. Por ejemplo, el personaje de Memín, que si no estuviera en este espacio, sería solo una referencia convencional a un fábula de dos niños: Las travesuras de Memín y Carlangas. Sin embargo, la carga simbólica que adquiere Memín desde el discurso de Marton, lo contextualiza en estereotipos raciales. Recordemos que en la fábula el personaje de Memín Pinguín, un niño negrito y simpático, mediocre estudiante y que tiene una sinceridad conmovedora, es visto como el malicioso y hasta tramposo, con una facilidad para provocar enredos, a los que arrastra a sus amigos. Es decir, al negro siempre le va “feo”.
Estas son apreciaciones personales de las cosas que puedo observar y entender en los momentos en que me involucro con ellos, desde dar apoyo en procesos constructivos, hasta darles opiniones. Lo tuanis de todo esto ha sido el respeto por las posiciones individuales y el apoyo colectivo, además de las visitas que han tenido de profesionales que han compartido sus conocimientos en áreas como la literatura, la arquitectura, la naturaleza, la geología y el cambio climático.
Texto: Christian Salablanca D.
Fotos: Daniela Morales L.